Las nuevas tecnologías pueden facilitar todo
tipo de trabajos, si se aplican adecuadamente. En el ámbito de la Educación,
concretamente en la enseñanza de lenguas extranjeras, como no podía ser de otra
manera, también tiene su cabida y utilidad.
Por supuesto, el primer caso en el que la
tecnología puede ser de gran utilidad es en las situaciones de enseñanza a
distancia. En el caso del e-learning, la evolución a lo largo del tiempo
ha sido más que evidente: desde los cursos por correspondencia o por la radio
hasta verdaderas clases por videoconferencia en las que se proyecta un material
que se parece (aunque no sea exactamente igual) al que podría utilizarse en una
clase tradicional. Las nuevas tecnologías permiten, de esta manera, emular una
clase a larga distancia, lo que multiplica las oportunidades de los alumnos que
no pueden asistir a clases presenciales.
Además de las videoconferencias, también se
pueden publicar los apuntes de las lecciones en internet, así como utilizar
aplicaciones de repaso, evaluación y realización de ejercicios, con el objetivo
de incentivar el trabajo autónomo y la práctica y mejora del idioma. Estos
beneficios no sólo son propios de la modalidad a distancia, sino que podrían
mezclarse con modalidades presenciales para aportar más material a los alumnos
con los que éstos puedan trabajar; incluso, también, la búsqueda de explicaciones
alternativas o complementarias a las que se ven en clase por parte del alumno
en la Red puede tener muy buenos resultados en el proceso didáctico. Asimismo,
las tecnologías pueden facilitar la obtención de muestras de lengua (input)
adecuadas a las necesidades e intereses de los alumnos, así como la
comunicación, no sólo con el profesor, sino también entre alumnos o con otras
personas con las que poder practicar el idioma (salas de chat, foros,
sitios web de entretenimiento, aplicaciones de llamadas y/o videollamadas en internet,
etc.). Pero también resulta una ayuda al profesorado, quien puede ser capaz de
ponerse en contacto con otros profesores (o seguir publicaciones que éstos
puedan hacer en blogs) para mejorar sus propias técnicas de enseñanza o,
incluso, autoevaluarse como profesionales a fin de poder mejorar su labor. Por
último, gracias a las tecnologías se puede tratar un determinado material, que
puede considerarse como aburrido por el alumnado, para aumentar su atractivo o
claridad a la hora de su exposición; añadir colores, imágenes, efectos
visuales, etc., sin pasarse, claro está, puede resultar muy beneficioso para
mejorar el material que se desea impartir.
Todo lo mencionado con anterioridad no resulta
sino un pequeño resumen de lo que se puede conseguir hoy en día; en un futuro,
el uso de las nuevas tecnologías seguirá en ascenso y, con toda seguridad,
continuará modificando la forma en la que entendemos la vida y, en consecuencia,
también la enseñanza. Incluso si el profesor se considera partidario de la
enseñanza tradicional presencial, parece evidente que el uso de las nuevas
tecnologías puede resultar útil para todo tipo de modalidades y aportar
muchísimo, tanto al alumnado como al profesorado.
En conclusión, el uso de las nuevas tecnologías
resulta, en mi opinión, de una enorme utilidad en el proceso de enseñanza, y
esta tendencia no hará sino aumentar con el paso de los años.